El objetivo de algunas arquitecturas contemporáneas con la imagen de transparencia y ligereza, está exagerando el tamaño de las superficies de vidrio que quedan desprotegidas de los climas de nuestro país. De manera tradicional, en la cultura mediterránea siempre ha protegido sus huecos ante los excesos de sol, pero la revolución formal del movimiento arquitectónico moderno desnudó de protecciones de toldos para las ventanas.

Los huecos ocupaban menos de la cuarta parte de las fachadas, hasta los años veinte y estaban protegidos por varios filtros que matizaban las relaciones con el sol y luz exteriores. La persiana ha sido la más importante de esas protecciones que graduaba la entrada del sol y de la luz. Todos los huecos tenían su protección, primero con la persianas más popular, la enrollable de cuerda, más adelante, con la más urbana de lamas orientables. Las lamas podían recogerse por yuxtaposición como en las venecianas o por plegado de hojas como el popular librillo. Además de ésto, la ventana tenía contraventanas y la propia decoración interior añadía cortinas y visillos para matizar la luz y ver sin ser visto. Todos estos filtros podían combinarse de diferentes formas, para dar lugar a las condiciones de “confort” que precisara cada vivienda tradicional o local.

Cualquier edificio, una vez entrado este siglo, planteaba y resolvía el tema de la protección solar con persianas, toldos, cortinas, etcétera. Hace treinta años, la preocupación por la protección térmica todavía era muy significativa e importante en la arquitectura de España. Por ejemplo, el disfrute y la imagen de la arquitectura de Coderch, no es entendible sin su referencia a las lamas orientables y a la protección solar. Óscar Tusquets ha criticado inteligentemente la falta de previsión de algunos grandes arquitectos en su afán por proyectar grandes vidrieras. Tusquets atribuye el éxito de las grandes fachadas de escueto vidrio a la voluntad de toda una arquitectura y de muchos arquitectos de rehuir la difícil composición de una fachada con ventanas y macizos.

Se podrían citar algunos edificios, que existen en todas las ciudades, cuyas instalaciones de climatización difícilmente pueden competir con el sol, por la falta de previsión de los arquitectos. La presión simbólica de la arquitectura del vidrio encolado (silicona estructural) y del muro cortina, se está sumando al ejemplo de las normativas nórdicas para marcar unos objetivos de calidad que poco tienen que ver con las necesidades reales de nuestro país y nuestro clima. Esta excitación por la transparencia se está llevando también a los edificios residenciales. Los resultados causan, a veces sorpresa, ya que nuestra cultura mediterránea está más basada en la intimidad, un poco ajena a otros países países europeos.

Un punto de inflexión importante para toda Europa fue, la Expo 92 ya que, en ella, sus mejores arquitectos abordaron la construcción de unos edificios emblemáticos en la Sevilla veraniega. Hoy ya no es razonable en cualquier país europeo, y en el nuestro menos que en ninguno debido a nuestra temperatura y sol veraniegos, proyectar superfícies acristaladas de cierto tamaño, olvidando la importancia de los aportes solares veraniegos o suponiendo que sería razonable, o simplemente posible, compensarlos con una instalación de refrigeración.

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