
La idea de racionalización y moderación a la hora de consumir productos para mejorar las viviendas y comercios, como es el caso de resurge con mucha fuerza, al igual que en todo el consumo general.
Aunque a primera vista pueda parecer algo negativo, en realidad se convierte también en un punto de nuevas posibilidades y oportunidades.
El usuario vuelve a definnir constantemente sus preferencias y necesidades, respecto al consumo, lo que obliga a todas las empresas a estar en continuo cambio respecto a demandas presentes y futuras.
Todo esto se traduce en que los usuarios nos paramos a pensar si lo que adquirimos tiene algún sentido para nosotros y que además responda a un deseo concreto o a una necesidad. Por lo tanto, se trata de dar valor real a las cosas, además de profundidad, lo que supone un cambio en el consumo que se nota mucho más en los mercados dedicados al lujo.
Estos cambios se reducen en los siguientes valores:
– Los valores que se transmiten deben ser claros, creíbles y coherentes, incluyendo las empresas dedicadas a los toldos y pérgolas. Todo esto hace que la transparencia hacia el consumidor sea mayor.
– Se valora el producto fijándose bien en que tenga un sentido más útil y longevo y además se valora mucho más que sea perdurable en el tiempo respecto a la calidad y a la estética.
– Se buscan los valores más seguros, es decir los que se mantienen más estables y que se consideran como referente.
– Se exigen que los productos y servicios puedan proporcionar autonomía al usuario, es decir, cambio, personalización y movilidad, a través de un extremo confort, facilidad de uso y practicidad.